dimecres, d’octubre 19, 2011

Haga su propia escultura sonora viviente, como nos enseña Hildegard Westerkamp:

Escuche.
Las palabras
en esta página impresa
son sonido.
Escuche.
La voz silenciosa
en esta página impresa,
es sonido.
Escuche.
La vida
en este vecindario
es sonido.
Escuche.
Disponga de una hora y salga a caminar por su vecindario. No haga otra cosa más que escuchar. Si está caminando con otra u otras personas, deje claro que esta hora transcurrirá en silencio. Escuchen juntos a todo.
Abra la puerta del lugar en que vive, salga y escuche. Camine y
escuche. Deténgase y escuche. Doble en la próxima esquina y escuche.
Encuentre un lugar favorito en su vecindario y escuche. No hable con nadie. Siga caminando y escuche.
Escuche
las voces
mientras camina.
Escuche
las pausas.
Escuche.
Escuche zumbidos y motores
cantos de pájaros
y pausas entre los cantos de los pájaros.
Escuche los ecos.
Escuche su respiración
y sus ritmos
sus pasos
y sus ritmos.
Deténgase un momento y escuche sus pensamientos. Déjelos pasar como el sonido de un auto. Sígalos hasta que ya no pueda escucharlos.
Escuche
las pausas
entre las sirenas y bocinas y aviones.
Los sonidos de esta estación.
De ropas
y del viento.
Escuche a la distancia.
Deje
de escuchar
por un momento.
Regrese a casa.
¿Escuchó Usted los sonidos de este lugar de este momento en su vida?
Disponga de otra hora
en otro día
y salga a caminar por su vecindario
y no haga otra cosa
que escuchar.