dijous, de maig 06, 2010


Los militantes de las mañanas de Barcelona van a ver a Ismael Serrano.

Entre los apuntes de historia, un par de cuentos y dos entradas del concierto de Ismael Serrano. Las compré hace meses, cuando aún me parecía vivir otra vida, y ayer el concierto me pareció irreal.


Después, a las afueras del Auditori, nos juntamos unos cuantos conocidos para hablar. Descubrimos que todos tenemos nuestra propia teoría sobre si aquella chica en el metro era la que el cantante recordaba, que todos quisimos ser Ana en algún momento y que alguien nos dijera que no estarás sola. Nos dimos cuenta de que aprendimos qué era el vértigo, pero que ya no sabemos si lo vivimos porque antes escuchamos la canción o a la inversa.


Nosotros ya no queremos haber escrito Palabras para Julia, nosotros querríamos haber vivido ese momento. Pero aquí estamos, perdidos entre la marea de Barcelona, hijos de los horarios de tren, afincados entre las vías y con los pies amoldados a andar en las Ramblas. Tenemos el pecho lleno de humo y soñamos con vivir en los tejados, el único sitio donde llega el sol aquí, en la ciudad. Creamos una poesía que se vuelve verso, la de los semáforos pitando y los puestos del mercado, la del ajetreo y las notas escritas rápido en un rincón de la piel.


Pero esto somos nosotros, ya no vivimos viejas revoluciones ni vivamos grandes batallas, aunque a veces seamos nostálgicos y leamos a Gil de Biedma o la poesía de Montalbán y soñemos con encontrarlos un día perdidos por el centro y podamos pedirles cinco minutos para hacer un café.


Somos los hijos de la ciudad y la amamos tanto como la odiamos, igual que nos amamos y odiamos a nosotros mismos. A veces, quisiéramos compartir nuestro tesoro de calles asfaltadas, de edificios que sangran humedad y se apoyan sobre los codos de la ciudad para no caer derrumbados. Pero aquí estamos, debatiendo canciones de un cantante que nos parece tan cercano, que ha presenciado sin saberlo momentos cruciales de nuestras vidas.


Y, después de esperar una hora, haciendo ver que estábamos de paso en la salida y que realmente no nos importaria que no saliese el cantautor por ahí, nos fuimos. A seguir militando en las mañanas de Bracelona, a seguir soñando con encontrar al cantante un día por las Ramblas y tener el valor de pedirle cinco minutos para un café.

2 comentaris:

carlota ha dit...

encara que li dediquis a ell, amb tot l'amor que li tinc, m'ha agradat =) no l'havia llegit aquest....

Nelly ha dit...

No puc començar a llegir-te si parles d'ell... No pot no agradar-me..