PARANOIA 2: LA AMISTAD...
La palabras duelen como maldiciones, como veneno, como males. Algunas duelen como noches oscuras llenas de miedos infantiles, otras como penas de amor, hacia otros o hacia ti mismo. Algunas pesan más que las piedras, otras son plumas que te acarician, otras te dejan cicatriz en las orejas por las heridas que se te hacen al oirlas. Yo las quiero a todas, las palabras… Algunas arañan peor que los gatos negros, y otras sientes su veneno en la boca. Nunca desearía a nadie sentir lo que es decirlas a los que más quieres… y saber lo que les van a doler.
Hay gente que las maltrata. Hay quién las usa como arma arrojadiza, como si tiraran una bola de fuego con una catapulta a la muralla de una ciudad. Y si la muralla no es dura mal lo tiene. Hay palabras que te acuchillan el corazón, que te golpean los pulmones y te quitan el aire. Esas son las peores, las que hacen que te dobles como un puñetazo de dolor. Por favor, te dices, por favor… otra no. no quiero, me quiero y no quiero que me vuelva a doler el alma tanto... Nadie que no lo haya vivido entiende esta sensación. Es mentira lo que dicen que puedes querer mas a los demás que a ti mismo, no es cierto. Por encima de todo está el amor que te tienes a ti, y la pena que sientes cuando te ves agredido de esta forma no se puede comparar si no es con la que sientes con los que te amas. Nada más que el tiempo y los besos lo cura.
La vida te enseña a hacerte fuerte, a apretar los puños, a saborear la tierra que te queda en la boca cuando caes. La vida te enseña a levantarte, a no sentir la sangre, a curarte tu sola, a seguir viviendo. Nunca perdonaré a los que me hicieron daño, a los que me hicieron sentir una mierda. Nadie, y menos ellos, merecen mis lágrimas, no merecen nada que venga de mi. No siempre es bueno perdonar, no siempre es malo el odio… Pero el odio implica demasiado. Yo aspiro a sentir pena de mis verdugos, a no sentir nada más que compasión, el peor de los sentimientos. Para ellos les deseo mil años de soledad, mil años del dolor que solo se siente entonces, nada más.
Y aprender a sobrevivir es lo que quiero. Sobrevivir y seguir, y puede que hasta ser feliz… creo que algo así me merezco. Ya pasé demasiado, creo que me merezco un descanso… ¡Por qué siempre a nosotros nos toca recibir lo peor? No hay justicia en el mundo, no hay nada “etéreo” que la imparta, Dios no existe, porque si no estas cosas no sucederían. En serio, no me creo nada de esto, mi experiencia me ha hecho ser incrédula por naturaleza, a desconfiar de entrada.
El tiempo te hace sentir nueva. Ahora para mi cada segundo es una verdad, la que dice que siempre es mejor seguir vivo, seguir luchando. ¿Por qué? No lo se, la verdad. Puede que si pesáramos todo en una balanza as cuentas no salieran, pero creo que aunque sea solo un instante de felicidad el que vivas, este compensa el resto. No lo se… no se nada. Solo se que tengo ganas de seguir andando, que puede que defallezca en algunos momentos y no siga mis reglas, pero se que voy a tener unas manos a las que agarrarme si caigo, o si no ya me basto sola. Si algo valoro ahora son esas manos aviertas que me esperan, las que ya no soltaré. Intento depender menos a cada momento, pero también soy feliz dependiendo de los que quiero.
Ya no solo quiero, sino que acepto y entiendo, y reconozco los defectos y agradezco a los demás que me los acepten. Gracias a todos ellos, por aceptarme tal y como soy, y aún así, quereme.